La adicción al sexo presenta un patrón bastante diferente y complejo, que va más allá del mero placer
Ciudad de México.-Que te guste mucho practicar sexo no significa que tengas una adicción. Es más, es algo natural, el placer es un refuerzo positivo que nos invita a repetir conductas, tanto en el sexo, como en la alimentación o en cualquier otra área que pueda generar satisfacción.
El desconocimiento nos invita a asociarlo al vicio o la perversión, pero la adicción al sexo presenta un patrón bastante diferente y complejo, que va más allá del mero placer.
EL CICLO DE LA ADICCIÓN
El ciclo de adicción sexual se basa en tres aspectos principales: malestar emocional, conductas sexuales como respuesta de evitación a este y alivio momentáneo, por la sensación de bienestar emergente.
Pero el malestar volvería a aparecer, con sentimientos de culpa, ira, vergüenza, descontrol, frustración, asco u otros, iniciándose de nuevo el ciclo. Porque el sexo no lo soluciona todo, aunque así lo creamos a veces.
El sexo no es satisfactorio a largo plazo si se utiliza como una tirita, que tapa heridas pero no las sana. Y como cualquier otra adicción, esta le acompañará de por vida. Sin embargo, se diferencia de otras adicciones a sustancias, por ejemplo, porque ha de convivir con una cuestión tan natural y saludable en el ser humano como es generar vínculos y mantener relacionarse sexuales. Una dificultad añadida que podría desencadenar recaídas, pero a las que no se ha renunciar; como sí se hace cuando la adicción es una sustancia.
"El 4% de los pacientes que ingresan tienen adicción al sexo", Un porcentaje nada desdeñable teniendo en cuenta el gran número de adicciones existentes.
Este centro para el tratamiento de adicciones fundado por Maximiliano de Habsburgo, entre otro patronos de la Fundación RECAL, se dedica a la reinserción en la sociedad de aquellas personas afectadas por la adicción a cualquier tipo de sustancia o comportamiento.
Sin duda, sorprende conocer que la mitad de los ingresados por adicción al sexo en 2022, en su mayoría hombres, lo era al sexdopaje, término acuñado por la RAE para denominar el chemsex, como se conoce popularmente a mantener relaciones sexuales bajo el efecto de las drogas.
Se consumen sustancias para aumentar la duración y la sensación de placer, vencer prejuicios y ocultar problemas emocionales. Estas cifras son más llamativas en comunidades como Cataluña o Madrid, debido a su mayor población.
"La intoxicación de estas sustancias los ayuda a desinhibirse y tapar problemas como la baja autoestima, el malestar emocional, la no aceptación de la orientación sexual o una situación difícil en la infancia", asegura María Quevedo de la Peña Directora de la Clínica RECAL.
En cuanto a salud mental, el 51% tenían patología dual, es decir adicción y trastorno de la personalidad o enfermedad mental. Un 40% tenía que ver con el estado de ánimo y un 34% con la ansiedad.
¿ERES ADICTO AL SEXO?
Para determinar si presentas alguna adicción al sexo, como popularmente se conoce, tendrías que cumplir determinados criterios diagnósticos, mucho más elaborados que la valoración de tu nivel de pasión o deseo sexual. Como cualquier otro trastorno, necesitarías un tratamiento adecuado, pues tu vida se verá afectada de manera dramática, aunque no fueras consciente de ello.
Según la clasificación de criterios diagnósticos que utilicemos, podríamos encontrar este trastorno con diferente terminología: Trastorno de la Conducta Sexual Compulsiva, Hipersexualidad, Trastorno Hipersexual o adicción al sexo, que sería el término popular.
Los principales criterios de evaluación y detección serían:
Frecuencia: El tiempo consumido por fantasías, impulsos o comportamientos sexuales interfiere repetitivamente con otras metas, actividades y obligaciones importantes (no sexuales).
Respuestas de huida: En estas se participa de manera repetitiva en respuesta a estados de ánimo disfóricos, como son la ansiedad, depresión, aburrimiento o irritabilidad; o en respuesta a eventos estresantes de la vida.
Falta de control: Se realizan esfuerzos repetitivos pero infructuosos para controlar o reducir significativamente estas fantasías, impulsos o comportamientos sexuales.
Exposición a riesgos: Se ejecuta repetitivamente comportamientos sexuales sin tener en cuenta el riesgo de daño físico o emocional para uno mismo o para otros.
Malestar y afectación vital: Existe angustia personal clínicamente significativa o deterioro social, ocupacional o en otras áreas importantes de funcionamiento, asociadas con la frecuencia e intensidad de estas fantasías, impulsos o comportamientos sexuales.
Origen: Que no se deban al efecto fisiológico directo de una sustancia exógena; una droga de abuso o un medicamento.
Por tanto, estamos ante un trastorno asociado a la incapacidad de controlar impulsos, donde se trata de 'resolver', o escapar de las frustraciones, mediante la gratificación instantánea que ofrece el placer sexual, ya sea utilizando la fantasía, la masturbación o cualquier otra práctica sexual, genital o no, como cualquier preferencia erótica, parafilia o fetiche.
Este puede ser un trastorno generalizado, asociado a cualquier conducta sexual, o específico, relacionado con alguna práctica concreta, que suele ser lo más habitual; como por ejemplo, a la masturbación, al porno, al sexo de pago o prostitución, con personas prostituidas.
Pero también asociado al contexto y el nivel de morbo generado; como el exhibicionismo o practicar sexo en público, el voyerismo, lo que conoce como ser un mirón; u otras conductas en las que la prohibición o el riesgo juegan un papel importante en la activación del deseo, como sucede con la infidelidad patológica, por ejemplo. Podemos encontrar infinitas combinaciones entre estas y otras prácticas, a veces inimaginables para la población general.
Por supuesto, para obtener un buen diagnóstico habría que acudir siempre a un profesional en psiquiatría o psicología clínica. Si te identificas con algunos de los criterios anteriores, no dudes en solicitar ayuda, a ser posible antes de que pase factura a tu salud y tu mundo.
fhv